Nuevamente, como en el 2001, el Estado achica sus funciones sociales y expande las represivas, legitimando abusos de poder por parte de las Fuerzas de Seguridad en nombre del orden, la gobernabilidad y la democracia. Una democracia herida, una democracia de espaldas a ese pueblo que sufre y se moviliza.
Hace 15 años, el 19 y 20 de Diciembre de 2001, el pueblo argentino se movilizó ocupando las calles en el marco de lo que fue la máxima expresión de la conflictividad social y la rebelión popular, conocida como “Argentinazo”, y que culminó con la renuncia del entonces Presidente de la Nación, Fernando De la Rúa y un posterior periodo de inestabilidad institucional, política, económica y social.
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